INVERNADERO[1]
Un
invernadero (o invernáculo) es un lugar cerrado, estático y accesible a pie,
que se destina a la producción de cultivos, dotado habitualmente de una
cubierta exterior translúcida de vidrio o plástico, que permite el control de
la temperatura, la humedad y otros factores ambientales para favorecer el
desarrollo de las plantas. En la jardinería antigua española, el invernadero se
llamaba estufa fría.
Aprovecha
el efecto producido por la radiación solar que, al atravesar un vidrio u otro
material traslúcido, calienta los objetos que hay adentro; estos, a su vez,
emiten radiación infrarroja, con una longitud de onda mayor que la solar, por
lo cual no pueden atravesar los vidrios a su regreso quedando atrapados y
produciendo el calentamiento. Las emisiones del sol hacia la tierra son en onda
corta mientras que de la tierra al exterior son en onda larga. La radiación
visible puede traspasar el vidrio mientras que una parte de la infrarroja no lo
puede hacer.
El
cristal o plástico usado para un invernadero trabaja como medio selectivo de la
transmisión para diversas frecuencias espectrales, y su efecto es atrapar
energía dentro del invernadero, que calienta el ambiente interior. También
sirve para evitar la pérdida de calor por convección. Esto puede ser demostrado
abriendo una ventana pequeña cerca de la azotea de un invernadero: la
temperatura cae considerablemente. Este principio es la base del sistema de
enfriamiento automático autoventilación
Control de vientos fríos e
intensos
Estas
estructuras presentan armazones, soporte y materiales de recubrimiento, así
como una orientación adecuada para proteger y aislar el ambiente interior de
los vientos fríos e intensos. Control de
exceso de humedad
Al
utilizar cubiertas impermeables para proteger la superficie sembrada, se
eliminan los riesgos derivados de los excesos de agua provenientes de las altas
precipitaciones pluviales.
Control de plagas.
El
invernadero sirve como barrera física para las plagas y reduce la incidencia de
las mismas. Es importante reducir a un mínimo los sistemas de acceso al
invernadero para evitar la entrada de plagas y enfermedades.
Uso intensivo de la tierra.
Los
invernaderos permiten obtener cosechas durante todo el año en pequeñas
superficies; de acuerdo con el cultivo usado, se logran índices de uso de la
tierra de dos a seis veces al año.
Aumento en rendimiento,
calidad y precocidad.
El
uso eficiente de la energía, el agua y los aspectos de manejo de los cultivos,
permiten alcanzar rendimientos de dos a tres veces mayores que los que se
alcanzan a cielo abierto; asimismo, se mejora la calidad de los productos, lo
que se refleja en el precio de venta y las utilidades que se alcanzan.
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